jueves, 28 de enero de 2010

domingo, 3 de enero de 2010

UNA GATA NERVIOSA POR TANTA CURSILERÍA NAVIDEÑA



La gata Kitty, una habitante felina de los techos (y sillones) del cono este de Lima-Perú, anduvo muy nerviosa a fines de diciembre pasado con todo ese barullo y corre corre del espíritu navideño que nos invade a los humanos cada fin de año. La gota que derramó su continente gatuno (de pocas pulgas) fue la presentación en sociedad de este curioso pero movedizo Papa Noel que la trajo de vueltas y media hasta que decidió cortar por lo sano. Antes, en unos rápidos pases, había tumbado el cerro del nacimiento que con tanto esmero habían armado sus amos. No contenta con eso, decidió morder el cuello del niño Dios por nacer. No respetó, por supuesto, el pesebre ni a sus padres María y José, menos a los animales que resguardaban el Nacimiento.

La desazón de Kitty radica en el hecho que no es carnívora, o sea, eso del pavo en abundancia y el lechoncito de año nuevo no le va ni le viene. Peor aún, con esa costumbre de reventar cuetes a mansalva, sin respetar los tiernos oídos de los bebes y los animales, sus nervios anduvieron de punta casi medio mes. El estrés navideño, por lo que se aprecia en la foto, llegó a su clímax y de alguna forma debía aliviarlo. El final de la historia ya lo pueden deducir. Ahora, en enero, nuevamente ha vuelto su displicencia habitual y su ronroneo interesado ha regresado, invadiendo los ambientes que suele ocupar con su enigmática presencia.